Una escuela que restaure la vida
Ante la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, la escuela debe tener como propósito conservar, preservar, restaurar la vida y crear condiciones para ésta, incluida la de las y los estudiantes. Así lo afirma la licenciada en educación, Marlene Gras, quien considera que «para lograr la educación para la sostenibilidad de forma sistémica, se requiere de un nuevo paradigma de escuela, en el que se logren conformar nuevas identidades sostenibles». Para esta forma de educación sugirió entre otras acciones que la escuela sea:
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Como una comunidad «donde impera una cultura de cuidado y se aprende a convivir; en donde la empatía, la colaboración, la curiosidad y el pensamiento crítico y ético toman protagonismo».
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Un espacio cuyas rutinas permiten aprender estilos de vida saludables y sostenibles.
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Un «verdadero vivero de identidades sostenibles, con oportunidades todos los días para ejercer y profundizar en esta identidad, empoderando a niñas, niños y jóvenes a través de proyectos, voluntariados, visitas a ecosistemas locales, que les brinde voz y facilite su participación en el nivel local y global».
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«Un sistema educativo en el que las trayectorias educativas ofrezcan oportunidades para adquirir saberes, habilidades y literacidades que conducirán a la preservación y restauración de la vida y los sistemas que la sostienen».
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