«Gratuidad que educa»

“Es la gratuidad la que nos abre a las sorpresas de Dios, que es misericordia, liberándonos de la codicia. Es la gratuidad la que hace sabios y maestros virtuosos. Es gratuidad que educa sin manipular ni atar, que se alegra del crecimiento y alienta la imaginación”. Así lo aseguró el Papa Francisco en su discurso ante los jesuitas de la Pontificia Universidad Gregoriana. También hizo hincapié en la necesidad de “una universidad que tenga olor a pueblo, que no pisotee las diferencias en la ilusión de una unidad que sólo es homogeneidad, que no tenga miedo de la contaminación virtuosa y de la imaginación que reaviva lo que agoniza”. En ese sentido advirtió que la universidad debe generar «una sabiduría que no puede nacer de ideas abstractas concebidas sólo en un escritorio, sino que mira y siente las dificultades de la historia concreta, que toma su fuente en el contacto con la vida de los pueblos y los símbolos de las culturas, escuchando las preguntas escondidas y el grito que surge de la carne sufriente de los pobres». Es hora -dijo el Papa- «de que todos seamos humildes, de que reconozcamos que no sabemos, que necesitamos a los demás, especialmente a los que no piensan como yo».

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