Escuela y Verdad

La escuela está llena de oportunidades para hacer ver, a los alumnos y a las alumnas, que su existencia está fundamentada, no en verdades arbitrarias, si no en una Verdad que nos vertebra, nos fortalece y nos proyecta. Así lo asegura el profesor Raúl Molina, quien señala: “los que ocupamos todos los días el altar sagrado del aula, estamos llamados ofrecer la Verdad, a ser testigos francos de todo aquello que habilite a nuestro alumnado para crecer en sabiduría, en estatura y en gracia (Lc 2,52), para ser mejores personas, para ser mejores ciudadanos, en definitiva, para ser más felices”. La escuela -afirma- es un lugar privilegiado para acercar a los alumnos a la gran verdad del conocimiento, al saber que, más allá de sus aplicaciones prácticas, “nos acerca a los sentidos últimos del hombre y del universo y nos abre a los interrogantes que fundamentan lo que somos. En la escuela entra en juego, inevitablemente, el conocimiento de uno mismo y el valor del otro, la construcción de una convivencia sana, el sentido de justicia, el reconocimiento de los límites y el descubrimiento de los potenciales de cada cual”.

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