Educar desde la memoria del hogar común
¿Por qué no conseguimos atraer a los alumnos hacia la belleza de nuestro mundo, de nuestra historia, de nuestra tradición, hasta el punto de necesitar todo tipo de astucias para «despertarles-nos» el deseo de saber, de aprender, de ser educados?. Estas interrogantes las hace la profesora Feliciana Merino en su artículo “La pasión por la nada en la educación contemporánea”. Asegura que al ser nuestro hogar común Cristo, “solo Él hace nuevas todas las cosas. Sólo desde Él podemos educar y construir un mundo desde la memoria del hogar común, donde todos somos hijos”. Se trata –dice- de un lugar poblado de afectos y de rostros que testimonian la fe en medio de un mundo cada vez más baldío. Para la profesora Merino, la tarea a la que todos estamos llamados es a reconocer y testimoniar nuestra historia, morada para los hombres de buena voluntad, desde la certeza de que la vida es buena, bella y verdadera. “Anunciar que existe la luz en medio de la oscuridad. Esa es también nuestra esperanza en la educación”.
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