La verdad desde la que educamos

La tarea de los educadores debe ser un esfuerzo por aportar lo posible al crecimiento de sus alumnos, una tarea amorosa, de entrega al otro, de poner lo que somos al servicio del otro. El profesor Raúl Molina asegura que la fraternidad y la dignidad que nos otorga el sabernos hijos amados por un mismo Padre, transforma el sentido de nuestras relaciones y nos conmina a establecer, más allá de lo exigible laboralmente, vínculos afectivos que nos comprometen con el crecimiento de cada niño. Para Molina, no podemos justificar nuestra tarea con el cumplimiento de un horario y de un currículo escolar. “Son los rostros y las necesidades de cada alumno lo que nos reclama una forma de estar en el aula, en los pasillos y en los patios”.

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