La personalidad del educador

La personalidad del educador cuenta en primer lugar con su propia singularidad o peculiaridad; «su irrepetibilidad es una maravilla de la creación, ya que nadie puede hacer las cosas a su manera y nadie puede sustituirle en su empeño para mejorarse a sí mismo». Así lo señala el doctor Héctor Lerma en un artículo publicado en Aciprensa. Destaca que el educador está formado para el respeto de la verdad: «La verdad se nos impone y tenemos que ser humildes y dóciles ante ella para vivirla con fidelidad y congruencia». Para el doctor Lerma, el educador también busca un enfoque filosófico y teológico aprendiendo y ayudando a buscar las primeras causas para encontrarle el verdadero sentido a la educación y a la vida humana, a la luz de la Primera Causa que es Dios. Por tanto, manifiesta: «la educabilidad característica de la esencia humana, posee una proyección en el tiempo y el espacio que debería conformar a la sociedad humana en función de los muchos bienes que constituyen su cultura». La educación -recuerda- se apoya en cuatro pilares: aprender a conocer, hacer, ser, vivir y convivir. «Para SER es necesario educar la inteligencia y la voluntad. También es aprender a vivir la libertad con responsabilidad».

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