El abrazo

Los abrazos de la amistad «siempre nos hacen respirar amplitud y vastedad». Así lo afirma el cardenal José Tolentino Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. Refiere que la belleza del abrazo «consiste en que no quiere ser una red para capturar al otro. El abrazo es humilde. Intuye que solo podemos acercarnos, sin intentar adueñarnos del otro, ni siquiera acceder a su plenitud… Por eso el abrazo es el momento del encuentro en el que se realiza el contacto, pero también es el momento posterior, cuando la separación se asume como una forma profunda de comunión». El abrazo -destaca el cardenal- es una de las expresiones humanas más verdaderas de la reciprocidad; una apertura mutua y hospitalaria a esa epifanía de futuro que está constituida por un rostro. Los amigos lo saben bien». El abrazo -añade- tiene una increíble fuerza expresiva; «comunica la disponibilidad para entrar en relación con los otros, para superar el dualismo y hacer caer las armaduras y las resistencias, manifestando un abandono, aunque solo sea por unos instantes, en la defensa del espacio individual».

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