Escuela de amor
Ser escuela de amor es uno de los cinco beneficios que las familias aportan a todo ser humano y a la sociedad. De acuerdo con Pascale Morinière, presidenta de las Asociaciones Familiares Católicas en Francia, la familia es un lugar de crecimiento humano; «es la primera escuela de amor donde aprendemos -si hay voluntad- a quitarnos a nosotros del centro y librarnos del «yo primero» que tan a menudo nos estorba en la vida en comunidad». Señaló que la familia también es acogida de la vida, pues «ofrece vida. Es la cuna de la vida humana». También aporta humanización de los nuevos seres humanos, «a través del amor, por supuesto, pero también a través de la transmisión de la lengua. La lengua nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos, nos abre a las relaciones con los demás a través de la palabra y no de la violencia y, por último, nos permite formar parte de una cultura». La familia también permite la socialización pues enseña a cada uno a «situarse en relaciones de alteridad y a salir de la omnipotencia del niño pequeño». La familia es solidaridad: «Es el primer amortiguador social porque es el lugar del ‘no hay peros que valgan’, del amor incondicional, que dice: ‘Pase lo que pase, estaré a tu lado'».
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